Felicitaciones!! Han salido recientemente varios reportes que posicionan a Chile como polo de innovación regional y a su ves se premian a grandes empresas por su capacidad de implementar programas exitosos de gestión de innovación corporativa, destacándolas inmediatamente por sobre las del resto del mercado. Esto sin duda debe crear una suerte de tensión en la competencia al visualizar como sus pares presentan orgullosamente tus triunfos y gritan a viva voz al mercado cómo han sido exitosas escuchando a sus colaboradores, digitalizando sus programas, desarrollando nuevos productos, creando nuevas unidades de negocios y vinculándose con Start-ups….o sea innovando.
Y es cierto, si en el año 2017 cuando venía a visitar Chile a ayudar a las empresas a implementar un programa de innovación con resultados y presentando importantes casos de éxito de grandes empresas internacionales, la respuesta la mayoría de las veces era “Que interesante, suena transformacional, y vamos a evaluar Si es que deberíamos implementarlo’. Hoy el escenario ha cambiado y la respuesta se ha convertido en: ‘Debería haber comenzado 5 años atrás, ya estamos atrasados, necesitamos ayudar par ver cómo comenzar a implementar.
La tendencia es creciente y cada vez son más las empresas que han despertado a la necesidad de implementar este tipo de programas estructurados de innovación, en todos los sectores y lo más importante, en empresas de todos los tamaños. Sin embargo, todavía nos encontramos regularmente con empresas con El Freno, aquel que dificulta, paraliza y frustra. Me refiero al famoso “Pero no estamos todavía preparados – No funcionaría, nuestra cultura no lo permite y la gente no tiene tiempo”. Desde mi perspectiva,
“El ‘No tener tiempo para innovar’ es como decir que no tengo tiempo para comer porque me encuentro respirando, o mejor dicho, para prosperar porque me encuentro viviendo”
No lo culpo, quizás proviene de la cultura mecanicista que promueve la repetición, aquella que se caracteriza en personas con la mirada baja ‘focalizada en mi proceso para no fallar’. Pero, ¿qué pasaría si esa misma persona acostumbrada a la mirada baja, se parara arriba del todo a visualizar el proceso en todo su contexto y con todos los actores que se encuentran ahí insertos?
¡Eso es exactamente lo que logramos ver nosotros como externos, El TODO!
O mejor dicho, es lo que intentamos producir cuando trabajamos con empresas, ayudarles a alzar la vista y mirar un poco más allá..
Uno de los primeros pasos en la creación de culturas de innovación debería centrarse en crear más mecanismos que inviten a romper los silos entre departamentos, a escucharse y visualizar la interdependencia de los desafíos de cada área, así como impactan las oportunidades de unos con las otras. Sólo con esta mirada amplia, holística, podremos avanzar en la implementación de culturas innovadoras, donde estamos constantemente desafiando el status quo, viendo la oportunidad donde otros no lo ven y formando mentes ágiles y arriesgadas, permitiendo cambios veloces, en un ambiente donde el fallar se considere un elemento más del proceso de aprendizaje.
Pero más importante aún, es poder quitar el freno, sin buscar la perfección o que esté todo listo y preparado para probar algo nuevo, sino arriesgarse mientras se va a aprendiendo, puliendo y mejorando en el camino. Tal como lo promueve la metodología del Lean Startup. Y junto con esto, salir de la falacia de que estamos innovando porque estamos educando, con mucha teoría, a pequeños grupos de personas. Debemos atrevernos a aprender haciendo, e innovar probando, porque sólo de esta manera podremos crear las capacidades en los equipos para buscar nuevas soluciones de valor disruptivas para nosotros como empresa y para el mercado.
Como un gran sabio lo dijo: “Caminante no hay camino…se hace camino al andar…”
Opmerkingen